En el prefacio de la primera edición, la autora presenta su obra maestra con estas palabras: “This book is our invitation to you—from the new mestizas”. Yo cierro el libro que contienen las voces del “our”[1] y me considero el “you”[2] a quien se dirigen. Vuelvo a abrir el libro.
En la segunda edición, la profesora Sonia Saldívar-Hull presenta Borderlands/La Frontera con una introducción de treinta párrafos y dieciséis notas. En ellos, se llama la obra de Anzaldúa un libro fundacional de las Chicana/Latina studies en los Estados Unidos. Estoy de acuerdo, y no solamente porque matriculé un año en la UTSA de la misma profesora, sino porque llegué a esa conclusión cuando vi el manuscrito original en el Benson Latin American Collection en UT Austin y una compañera de Ciudad México declaró, “Ay, es la biblia de US Latina Studies.”
En la tercera edición, la editorial Aunt Lute decidió recopilar a diez autoras cuyas vidas han sido afectadas por esta biblia (un conjunto de libros). Entre ellas, Sandra Cisneros . . . quien escribió el primer libro bilingüe que jamás había leído hasta ese entonces, en Texas, a los diez u once años . . . lamenta nunca haber conocido a la autora, pero que, no obstante, sintió conocerla íntimamente a través de su escritura. A mi ver, una obra no remplaza a un ser vivo, pese las metáforas. Esta obra no es una estatua que grafiteo con marginalia, tampoco es un rio al que recurro cada vez que tengo sed intelectual. ¿Será una esayia (un conjunto de ensayos) entonces?
Podría citar la introducción de la cuarta edición, del 2012, escrita por una profesora en Texas y otra en California (los estados extremos de la frontera con México, además de los dos territorios más familiarizados con las pisadas de Andalzúa), pero no.
Lo que me gustaría hacer con este diario es escribir la undécima voz que honra a Anzaldúa. Un número de retorno, en español; una voz lleno de paréntesis, tangentes, hipotaxis y parataxis y escrito desde un “yo” múltiple, igual a la autora múltiple del libro múltiple y las autoras múltiples que la(s) atraviesan. Pero no sé si puedo. Seguro, no me da el tiempo. Leo. Emulo.
Leo Borderlands y recuerdo que soy un “you” entre varios noses a quienes la voz poética se dirige, políticamente, diplomáticamente, arquetípicamente. Me enseña que en mi sangre circula cero anglo, cero mexicano, cero tejano—pero que en mi mente reside la imagen del águila del anglo que representa la libertad; que sobre mi lengua se gusta el caramelo Lucas, esa combinación dulce-ácido; y que bajo mis pies piso tierra tejana, este pedazo de tierra donde dejé de ser niño y pasé a ser hombre.
Ay, me encanta este libro. Como, literally.
[1] En “Algunos apuntes sobre la identidad indígena” de Yasnaya Aguilar Gil se complica el pronombre “nosotros”. Dice Gil que en su idioma indígena existen dos “nostoros”, uno inclusivo que se refiere al hablante más a todos los oyentes; y otro que es exclusivo, refiriéndose solamente al “nos” que el hablante representa. Comparo esta observación con lo que Anzaldúa dice en la entrevista publicada en el apéndice de Borderlands: ella se llama una “nos-otras” porque habla tanto del “nos” exclusivo, como el “-otros” excluido. Me pregunto, ¿dónde cabo ya al leer?
[2] You antiguamente era el pronombre de la segunda persona plural en inglés, el “vosotros”; Thou era “tú”. (“you (pron.)”. Online Etymology Dictionary, www.etymonline.com/word/you?ref=etymonline_crossreference.)