En la literatura hispana de los Estados Unidos, como en la vida real, se encuentra una variedad de mujeres. Y cada una expresa su visión del mundo, a la vez que sugiere la visión que el autor o la autora tiene del mundo.
En ninguna otra obra que hemos leído este semestre hallamos una mujer tan clara, o con una visión más explícita, que en Influencias de las ideas modernas. Angelina (“hija de un rico comerciante”) es más que nada una lectora, quizás feroz en su cantidad, aunque estrecha en su variedad. En la primera escena la encontramos leyendo a Tolstoy, un autor que cita varias veces durante los tres actos de la obra, junto con otros ensayos y títulos que comparten su punto de vista singular. Además de lectora, Angelina es habladora. Ella aparece en veinte de las veintidós escenas de la obra—y en cada una, ella siempre propone una idea (e.g. rechazar su regalo de cumpleaños, dejar que ocurra la huelga en la fábrica de su padre, que éste tenga relaciones con la viuda de un antiguo empleado) y esa idea se materializa ante poco obstáculo: hasta parecer que ella puede hablar los hechos a que existan. Esta combinación de lectora, habladora, y creadora por virtud de la palabra produce una representación de una mujer omnisciente y omnipotente: una diosa. Suponemos que ésta es la visión de la mujer que sostiene la autora (Luisa Capetillo, anarquista sin par), que pretende que el mundo sea exactamente como ella dice, de la manera que ella prescribe, para el bien de los demás que la harán caso al pie de su letra.
Una obra más reflexiva, menos segura, y por ende más realístico es el “estudio psicólogo” de Arizmendi. En Vida imperfecta, la protagonista Elsa es una mujer capaz, tenaz, pero triste—un tema al que se alude con el título de la obra. Elsa pudo conseguir un departamento con vistas a Central Park por su propia cuenta. Maneja su negocio como maestra de clases de piano con éxito. Y también lleva relaciones amables con su mejor amiga Alicia, e incluso con su marido Bond, a pesar de que la primera muere y el segundo no quiere complacerle con su único deseo que no puede realizar sola: dar luz a un hijo. El hecho que Elsa le es fiel a su marido, aunque éste deja claro que no le va a dar un hijo, es un testamento a la capacidad de la mujer en la obra de Arizmendi. La autora ha creado una representación casi idílica: capaz de autosostenerse, tenaz en su carrera y vida diaria intensa (su “SISTEMA”), y fiel a sus valores y su marido, aunque definitivamente acongojada por semejante esfuerzo solitario. Suponemos que ésta es la visión de la mujer que sostiene Arizmendi—de una hispana que labora como loca en los Estados Unidos, pero sin fruto. Si nos guiamos por el mensaje de los otros autores de la inmigración, añadiríamos que la visión del mundo es que la mujer hispana, dotada de tanta virtud, estaría mejor aportando sus talentos en su país de origen. Donde la apreciarían (. . . sin considerar el fatídico final de Alicia, que no fue apreciada por su amante en Andalucía).
Para una visión menos depresiva o egoísta, pasemos a los autores nativos. Evangelina Vigil, por ejemplo, casi siempre representa la mujer como alguien que sabe de amor, quien merece respeto, y que es una persona completa. En ser conforme, una madre sabe exactamente que vestido comprar a su hija, una barata pero también una “that you just loved” aunque más cara. En por la calle Zarzamora, dos mujeres entran por la puerta de un bar—“muy arregladas”—y que no se dejan ser sujetas a lo silbidos de los hombres. Dicen “no” cuando quieren, pero también ofrecen volver . . . si les apetece. En “¡es todo!” quizás el poema más claro en su intención de representar a la mujer (comenzando: “¡ay qué mujeres mexicanas!” como un directivo) Vigil pasa muchos versos describiendo a las mujeres. Entre tanta ropa, perfume, y “quick last looks” la autora les bendice con un “half-heart right / half-heart left”, vale decir con un corazón completo. No puede haber una mejor visión para la mujer, en la obra de Vigil, especialmente como en la tapa de su libro leemos “LADIES WELCOME”. Y suponemos que esa es su visión de la mujer—alguien a quien le debemos dar la bienvenida. Porque así el mundo se hará más bello, que precisa de un “beso al revés”. De una botánica moderna. De una compañera que nos ayuda a coser y contar.
Definitivamente deberíamos examinar la representación de la mujer en las obras de los hombres, aunque no hay el tiempo. No obstante, de paso mencionamos como la mayoría de las mujeres de Lucas Guevara son ineptas (como la madre que lamenta pero nunca salva a su hijo), o malvadas (como Mrs Hendricks o su hija, que extorsionan a Guevara para que pague por ser padre), o malinformadas (como la propietaria de su hostal, que se deja creer las mentiras de Don Cesáreo), o promiscuas (e.g. todas las demás mujeres de la obra). Esta representación lo acreditamos a que los Estados Unidos arruina a las mujeres, según los autores inmigrantes. Lo mismos en La estenógrafa, de Ulica, donde una mujer entra a cobrar un sueldo, sin haber teclado una palabra. Don Chipote ofrece la misma representación de las mujeres en los Estados Unidos, en cuanto describe a doña Chipote. De hecho el mensaje termina siendo más claro: no solamente son malas las mujeres de Estados Unidos (que solamente buscan extraer dólares de los pobres inmigrantes) sino las mujeres mexicanas son capaces de cruzar una frontera y salvar a sus seres amados. (Esta visión se repite en El corrido de Dante, con las descripciones de Beatriz intentando una y otra vez hasta reunirse con Dante; desafortunadamente, esta mujer ideal no existe en la visión del autor Viaña, o por lo menos no vive mucho tiempo.)
Como se ha demostrado los tipos de representaciones de la mujer son tan variable como las obras literarias. Siguen algunas pautas, pero en general estas pautas corren paralelo a los objetivos y predilecciones de los autores. Por ahí, la visión “correcta” será la que incorpora a todas las visiones. ¡Lo que nos ofreció este curso!
(En otra voz, Antología de la literatura hispana de los Estados Unidos. Editado por Nicolás Kanellos, Arte Público Press, Houston, Texas, 2002.)