El hablar es como la sangre: va del corazón al cerebro

“Pues justo es que los hispanos

Estudien su lengua propia

Porque es el tesoro y copia

De recuerdos tan ufanos

De que está llena su historia”.

La lengua española, Jesús María Alarid

 

Con estas líneas, el abogado, maestro y director de orquesta, Jesús María Alarid nos recuerda lo que nuestros padres nos han señalado toda la vida: “Aprender el español es importante”. Que este aforismo resuene hoy—unos 140 años después de que el abogado Alarid escribiese esas líneas—es un homenaje a la resistencia hispanoamericana ante la hegemonía angloamericana, desde su origen hasta la actualidad, en la tierra compartida.

 

Sería fácil citar la declaración de independencia, o el hecho de que la constitución no cuenta con un idioma oficial, para recordarle al anglosajón tanto sus valores como nuestros derechos. Lo difícil, clama Alarid, sería superar nuestra propia ignorancia. Vale decir, existe en nosotros, los nativos, una falta de entendimiento de nuestra lengua y cultura, y por lo tanto del otro grupo también. Al remediar esto, quizás entonces encaminaríamos a nuestra nación a su destino final: una identidad colectiva.

 

Este es el sueño que inspira a Jesús María Alarid, expresado en dos poemas, publicados durante la tortuosa saga en donde el congreso debatió la posibilidad de incorporar el territorio de Nuevo México como estado, entre 1850 y 1912. En parte, el debate se centró en que la población era en su mayoría hispana, y no hablaban inglés, por lo tanto se asumía que carecían de cultura o valor.  En lugar de indignarse, Alarid usa la poesía para animar a la resistencia hispana, y a la vez sumar valor al patrimonio hispano.

 

En su primer poema, El idioma español, Alarid suplica que se valore nuestra lengua materna desde la confusión que se produce durante el aprendizaje de otro idioma: “¿Cómo podrá el corazón / Sentir otro idioma vivo?” La pregunta, así como el resto del poema, nos hace reflexionar sobre por qué un conjunto de sonidos arbitrarios es más evocativo que otro. Para el nuevomexicano, y muchos hispanos hoy en día, nuestro idioma materno sigue siendo el español. Cuando articulamos la siguiente sílaba dos veces (“ma-ma”) se produce esa inmortal imagen de madre, “que en los pechos he mamado”, como señala el abogado en su segundo poema, La lengua española. En otras palabras, nuestro idioma materno está íntimamente ligado a las experiencias que nos hicieron latir el corazón. Deberíamos apreciar las señales de esas memorias, y de esa manera podríamos entender el idioma a fondo.

 

Al entender esto, el primer poema ofrece su segunda joya para todo hispanoamericano: después de dominar el español es racional aprender el idioma nacional. Y no solamente eso, sino que será fácil. Alarid canta: “Cuando el mejicano entiende / Bien el idioma materno / Muy fácil será que aprenda / El idioma del gobierno”. Quizás sea contraintuitivo para quien nunca se vio motivado a aprender una segunda lengua. Pero entender esta corta frase de Alarid es armarse con la motivación para aprender el inglés, como bien lo sabe un maestro de lenguas. Ayudaría al pueblo que busca integración, porque al aprenderlo uno se haría escuchar por los anglos. Luego, al ser escuchado, pasará, con suerte, a ser entendido, y con más suerte todavía a ser aceptado.

 

Podríamos seguir la línea de argumento, de cómo es que entender el español y el inglés nos llevaría a valorar ambas culturas, como lo señala Alarid, para luego realizar el sueño de una identidad colectiva americana. Pero por consideraciones de espacio y tiempo, terminamos el ensayo aquí.

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